Entradas

Mostrando entradas de 2008

VÉRTIGOS

Imagen
Sentir esta impetuosa soledad que me corrige el ensueño y morir renegado en las risas frías. Romper el cuadro del abismo para regalarte el vértigo: el dueño de mi vida, ensueño de mi muerte. Oigo un vals torpe en una sala vacía, un hacha cae métricamente en tiempo de cuatro, sobre la tapa del piano lo destroza Deseo con fervor religioso que lo destroce Me he parado en el redondo borde de mi letrina y he pensado si debiera o no saltar, teniendo en cuenta la asquerosa seguridad de que no moriré Tengo un sueño recurrente: Luego de escapar por luengas tierras boscosas de un peligro invisible, pintado de verde oliva regresé anciano a mi casa, y quemé mi biblioteca. Querida amante invisible yo te necesito. Ylsen.

Agresión contra la imagen.

Por estos tiempos de miseria, me llega de nuevo a la memoria la idea del otro pretendiente de la realidad que se cruza y se inserta con la mía. Creo que los recuerdos vagos que tengo de su idea, se deforman en la enunciación que podría hacer de él; él, no soy yo y nosotros no somos otros que los creadores de la circunspección de nosotros. Ahora creo recordar lo que él me dijo. Creo que si lo escribo no voy a tener precisión en lo de la conciencia que él posee dentro de la mía. Llegará algún sitio que me permita creer de nuevo en la creación. Esta memoria tan agobiada de la verosímil mentira, de la creación en la que los vacios ya no importan porque lo son todo, en la que los seres son abismos inescrutables, los sentidos son las yemas de los dedos buscando la plenitud de la falacia y la imagen desaparece para crear, para resucitar los desconocidos bacanales de la carne y la memoria, a ella la puedo mentir diciendo que la amo; a él lo miento diciendo es la conciencia que poseo. Cassó.

PESADILLA

El hombre ya no intenta recordar hace cuantas noches sube la infinita escalera, por momentos siente la tentación, estúpida por demás, de matar a uno de los innumerables ángeles que alzan vuelo a su alrededor. Duele el cuello de tanto mirar hacia arriba. Duelen los pies. Duele más el alma al recordar que cuando despierte caminará hacia otra tierra prometida en donde volverá a empezar la escalera del pueblo de Israel. Ylsen.

Tu Yo

En la medida de lo posible me recorro Mediocre Incauto, fácil para la muerte, Como soy, como soy de nuevo Y me muevo y cambio y Salto y caigo y giro y qué. Nada y todo tu vida la mía la existencia mía Mi ¡no! La otra, el ¡si! , el cielo y sus Nubes por debajo de mi cuando Vos y yo y nadie más Y así nomás. Hallo en vos lo que no y a veces y tal vez Uno y de pronto mas o Pero no puedo y no quiero Yo tonto, pero más tonto que nadie Y a veces que alguno entiende Como va cómo, sigue y su Seguirá Podrá?. Cassó.

Maniobra

Subiré por la escalas hasta el final. De todo me aterro, en especial cuando creo que el otro mundo es un fatídico corredor, un corredor eterno, un corredor sin sentido, sin orientación. Más allá, está esa sombra al final… la sombra no existe. No existe el tiempo, el movimiento si existe. Me aterra que se detenga todo en un instante. Mi maniobra de escape es pensar. Cassó.

I

Es vida si es mi vida si fuera de otro sería… (del otro que ya fui) Salgo y entro al poderoso palacio del que jamás seré dueño Y sin desearlo lo deseo Y mi razón me obliga a no desearlo por los mismos motivos por los que lo quiero Son mis ideas caballos de paso caballos para cortas rutas creados por mí para huir de ellos, para saltar galante al Banal bacanal, al tango del barro sagrado. Y estúpido mil veces estúpido que piensas que alguien te ve. Fue mi pecho el creador del fuego Y de la luz Y del sentido También de la laguna y de la peste: Del podrido sonido de la luciérnaga que a todo el mundo lleva tranquilidad excepto a mi que sigo creyendo que no hago parte de todo el mundo que no he querido escucharme en todo ese mundo que yo solo inventé para mí para sentirme diferente de la bruma. Terminé prefiriéndome: como la luciérnaga que creo la laguna para reflejarse y distorsionarse en ella Que soy la laguna Y soy su agua Y su luna Luna mezquina y robada Luna sin llanto de enamorados Lun

Ruinas

Imagen
A Joaquín Sabina Me fue inevitable detenerme en sus ojos prófugos de la ansiedad, y de los objetivos: adentrarse en ellos era caminar en un valle barrido por un huracán, vacío pero lleno de ruinas. Frente a ella olvidé los ojos tristes que buscaba desde que mi padre murió, que eran para mi cuentas de rosario de su funeral; comprendí cuando la vi que los ojos tristes buscan que los mires, y a los que realmente sufren les vale tres pesos…. – Le debe parecer que estoy obsesionado con este tema, pero es que los que hemos sufrido celamos el dolor como al ser amado. Compañía al fin es el dolor. - ¿Sabe? La cosa ya me obsesionaba antes de que papá muriera, recuerdo que cuando salía a trabajar a las seis de la mañana y la fría Bogotá había amanecido envuelta en llovizna me gustaba buscar personas que no bajaban la cabeza, ojos que no se entrecerrasen ante la lluvia, que mas bien se abrieran buscando en cada gota el tornillo que se le zafó a Dios. Claro, usted me mira así porque no se ha fijad

Penélope

A los dos grandes ciegos Se nos ha contado cómo las valientes huestes aqueas asediaron la bien murada ciudad de Troya durante largas y cruentas lunas, y cómo el ingenioso Odiseo después de crear el ardid con el que venció al divino Príamo vagó por el amplio mar antes de regresar a Itaca. Homero, que fue uno y fue muchos, logró que cada vez que encontramos un hombre capaz de urdir ingeniosos ardides lo llamemos, siempre, Odiseo, de la misma forma que llamamos Penélope a la mujer prudente, casta y fiel. Pero – toda historia tiene uno – ¿cómo se sintió Penélope cuando Odiseo dirigió sus amplias naos hacia la guerra más grande que viviría la antigüedad, una guerra que lo llevaría hasta el extremo norte del Egeo? El tálamo que albergó a Telémaco fue construido por el propio Odiseo cortando un inmenso árbol, y dejándolo sembrado en el suelo, firme como su unión (como la fidelidad de Penélope). Al salir del palacio de puertas de bronce Odiseo le pidió a Penélope que durmiera siempre en él, la

Necro can

Hay un perro en la casa con los ojos henchidos porque no puede llorar. La casa es como una tumba Y por eso el perro no entra Está ahí, echado en el umbral como si no quisiera moverse. El perro es como un poeta Mira al sol cada día como si le fuera desconocido, Mira la calle como si le fuera desconocida Mira y mira y no puede llorar Parece que el perro estuviera allí Desde el primer momento del universo; Quieto, sin vida, sin llanto por los que vivimos en esta tumba. Está cuidando que los muertos no salgan y que los vivos no entren. Es triste no poder llorar los muertos que mi perro cuida, también ahuyenta a los niños que por donde van no ven perros fantasmas del mundo de los vivos. Parece que el tiempo se detuvo en su pelaje y está allí todo (ocupado) empolvado de historia y cuando se sacude se le desprenden las vidas de los vivos que lentamente van ocupando esta casa como nosotros. Cassó.

(sin título)

“Él era el viento y ahora el viento es ausencia” Mapla Vacías calles en adoquín, Hidrantes, postes de luz Un par de árboles y hojas que son arrastradas en frente del rostro de la niña Y lágrimas y el viento sin rostro Ahora la besa y se lleva sus lágrimas Y la tristeza trae más y su rostro desgraciado sin su él Porque ahora el viento es ausencia y él que era su viento no murió Solo se marchó como viento que es. Entonces ¿por qué llora? Cassó.

La casa (del valle)

Ahora que vivo en esta casa con este hombre que me llama hijo Me siento mas lejos de mi hogar que nunca. Ahora que las mariposas volvieron del cauca a la última vereda en la montaña Yo me estanco en esta casa con este hombre que me llama hijo. Después de tomar café en la mañana y escoger guayabas y mandarinas De oler la tierra y oler a ella Veo como este hombre me manda, cuando regreso me dice: Gracias hijo. He comenzado a creer que tengo padre Pero este padre adoptivo que me conseguí no es padre de nadie y yo que soy hijo de nadie También he encontrado lo que me hacía falta: Nada Porque quien es padre de nadie es nada y quien es hijo de nadie es nada Y seguimos inventando juntos que existimos. Cassó.

Carta (del valle I)

No te he extrañado María Me refiero a que no me haces falta en esta vida de campesino Que estoy llevando en este valle de rojos ríos y quemas funerarias, No te he extrañado bajo esta lluvia de disparos ni bajo estas miradas de horror; Creo que la guerra por aquí ya terminó hace tiempo, pero como todos viven con terror Esa guerra está allí como las ratas y los gallinazos en los cañaduzales comiendo muerto, Esa guerra apátrida está por acá en las ruedas de las bicicletas del parque, Entre los zapatos lustrados de los viejos, sus sombreros y sus cigarrillos, También está en la mirada de los jóvenes, esa mirada aterrada de: – Aquí no pasa nada – Creo que esa gente que ignora que todavía hay peste en este lugar tampoco es de este lugar, Estoy comenzando a creer que la guerra se los llevó a todos y Estos que viven aquí son usurpadores de este pueblo fantasma. No te he extrañado María No he tenido tiempo para dejar de correr de los asesinos por Olvido. Cassó.

(sin título)

Ojalá llegue la muerte pronta a mi ventana que no toque mi puerta que no entre por mi chimenea que no estalle mi techo que llegue por mi ventana y su aroma perfume mi cama y sus cabellos se enreden entre mis dedos, que seamos uno y luego dos y luego, quién sabe, tres… Ojalá llegue la muerte pronta a mi ventana que muera de amor que muera en mis brazos que estalle su sexo en estrellas que llegue por mi ventana y salga por mi puerta y sus piernas regresen a mí cada noche que seamos uno y luego dos y luego, quién sabe, vida… Cassó.

(sin título)

No me gustan tus lápices pequeños, se ven tan incómodos escribiendo en ese papel amarillo, también pequeño, es mejor ver la lluvia aplastada en la ventana. “El silencio de los verdes campos” Acaso también puede ser el silencio verde de los campos. La lluvia en la teja roja y su ruido gris. Y la calle negra del hollín. Esta ciudad chimenea también puede servir de tumba. Cassó.