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EL BAILE EN EL SUR

Atravesando el Mar Caribe, que no recibía aún ese nombre, el barco más ágil de la flota bucanera de Sir Francis Drake deja una estela imponente que marca la dirección en la que se perdió Cartagena en el horizonte. En cubierta el bong del tambor casi no se escucha, opacado por el rítmico andar de los remos sobre las aguas y por el resoplar de los bucaneros. Por una pequeña escalera que alcanza a completar una vuelta en su ascenso de caracol, se llega al camarote más importante del barco: Lady Marien se mira al espejo, mientras el vaivén del buque cepilla su cabello, llevando el pulso que marcan, los remos, sobre las ondas de la mar. Lady Marien está desnuda, colgados y bamboleantes sus vestidos. En la proa y desalojado de su camarote por la dignidad y los honores que se le deben a Lady Marien, Sir Francis Drake descansa en el dormitorio del segundo de a bordo. Sobre la mesa caen y suben las cartas del bridge mientras él, el segundo, y el contramaestre se miran y no se miran. Un a

BAJO LAS LUCES

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Como pasa casi siempre cuando salimos a acampar, a eso de las 12:00 o 1:00 hasta los más farriados dicen –que frío tan arrecho y se meten a las carpas. Sólo los que tiene algo que ganar o perder se quedan mirando al cielo. Emparejados. Al principio la oscuridad se aprovecha y las manos, impulsadas por el frío (por el calor que quema los vientres) se aventuran por los cuerpos y tocan, conocen, y reconocen. Pero, si pasado un rato no aparece el calor del deseo: por rutina, por cansancio, o por nostalgias de otros cuerpos; el tiempo se hace denso y extenso y en el espacio que abre se acomoda el silencio. Para que el silencio no se agrande, y haga de sí un abismo en el que los amantes no puedan encontrarse, las más de las veces la pareja se levanta y se dirige a la carpa, donde tirarán o no tirarán dependiendo de qué tan en serio se tomen el campamento. Pero nosotros no nos levantábamos, aunque el silencio había sido nuestro huésped desde el principio, no por los besos que no son silenci

Alto. La copa o la muerte.

“Después de notar que yo estaba simultáneamente feliz y lúcido, una conjunción no sólo rara sino imposible, ella también quiso sentir lo mismo,”* fue ese el momento en el que volvimos a perdernos. Intento una y otra vez entender cómo se llega a tener tan mala suerte como para tenerlo y perderlo todo tantas veces en una sola vida. Llevaba ya tres meses en el hospital cuando ella llegó. No sé cómo le habrán hecho los de servicios médicos para encontrarla, no sé, pero tiendo a echarle más la culpa al universo que a ellos: ya se sabe de su ineficiencia incluso para hacer las cosas que uno no quiere que hagan. La cosa es que no sólo la encontraron sino que, no se bajo que artimañas, la trajeron; desde el primer momento en que la vi trato de explicarme que hace aquí, sin resultado. Claro, la vida me ha demostrado que hay cosas, actitudes, hechos, que simplemente pasan, nadie los explica, y no hay para qué buscarles explicación, miles de veces tuve que aceptar esta verdad de a puño sin logra
Oda a la tranquila Hay días como hoy que me siento tan idiota como siempre son dìas de espejos y televisores. De cualquier comedia americana y comodidad sin pantalones Hay días como hoy en que el sol no brilla ni se opaca, no hay grandes delicias ni trago, ni cigarrillos pero en la alacena hay galletas y en la nevera leche y todo es suficiente. Hay días como hoy en que la vida no me trata de ninguna forma y la música es sólo música y los videojuegos tan sólo violentos. Son pocos es cierto pero son los que son y no hay necesidad de contarlos. Los días como hoy no pesan para nadie aunque afuera ¿a quien le importa afuera? Hay días como hoy en que no aparece mi sombra y las rodillas se doblan fácilmente. El vino sabe a vino y la cerveza a cerveza y parece que un manto de cordura bordeara mi mesa Son los nuevos días “de los pocos sabios que en el mundo han sido” sobre todo porque no sé lo que eso significa Hay d
A propósito de todo: todos nosotros viviendo tanto en tan poco rato,para al final acostarse con esa sensación de vacío estomacal, no sólo por el hambre, sino porque no pasa nada. ¡Es que no pasa nada! Aunque todo trate de entrársenos por los ojos. Escribí entonces estas llamadas misteriosas, como sablazos al oído: Cantos para aprender como números de teléfono Escribir al presente con esa rara sensación: La arena _______ Adelante. Largo tramo la angustia de las huellas de las calles que se van. ________ No culpo al pez. Tan fuera del agua la pecera ________ En el filo del clock todavía las gracias y las sonrisas. _________ Fui sorprendido en medio de la selva oscura inventándome todo mi viejo viaje _________ Enfrentado a mí los labios delante de el aliento sin empañar el reflejo ….. ___________ Siendo yo tan sólo yo cómo es que me reconoces en medio de tanto silencio

Cuadro Solo

Comarca, cúspide de la conspiración. Vuelve. Decántame y cántame los peces del desastre. Vuelve. Vuelve con tu hoz y cuéntame de Oz para poder escuchar la voz que decanta esta soledad... Es que me hace falta... Me hace falta este pedazo de tiempo que vos podés capturar... Z. Cassó.

Veo.

Veo dentro de tus ojos donde no encuentro nada, no encuentro el cielo y tampoco encuentro el día de hoy. No encuentro la tristeza del pasado. No encuentro la esperanza del mañana. No encuentro el reflejo de la parca que amenaza la mímica d nuestra vida... Es que son tus ojos una muerte cada uno. Es que son tus ojos tan lapidarios como palabras. Es que son tus ojos... Cassó.